La casta y pura empresa tiene que parecerlo. Y llega la responsabilidad social corporativa para que la mano izquierda no sepa lo que hace la mano derecha. Porque esas empresas multadas elaboran sesudas y argumentadas memorias en las que explican que son buenas, que se preocupan por el mundo en que vivimos, que sus valores nos defienden del mal. Y ahí es donde llega el problema en un mundo que se transparenta cada vez más. Aparece la incoherencia y de ahí el siguiente paso es la hipocresía.
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