¡Bienaventurados quienes disfrutan de un plácido reposo por la noche! De ellos es el reino del día. Yo he pasado por alguna que otra etapa ligeramente insomne: es una verdadera enfermedad, atroz como la que más. A Don Quijote, el desfacedor de entuertos, de pasarse las noches en blanco se le secó el cerebro. ¡Qué imagen más ilustrativa! El hombre necesita dormir tanto como el aire que respira. Bastan cuatro o cinco noches en vela para morir de cansancio.
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