Quitando alguna que otra excepción, la insuperable TDT consiste en una sucesión interminable de tertulias fascistoides, en una incesante repetición de los mismos programas, en una ausencia absoluta de buen cine, en un sinfín de 'calls tv' tan tramposos como barriobajeros y en la escasez de formatos de calidad. O sea. Desde hoy lo tengo claro: quiero ser analógico. Deseo vivir en modo analógico. Blog Teletridente de El Mundo.
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