En 1909 Paul Kammerer declaró haber criado varias generaciones de sapos parteros a los que sí les habían crecido tales cojinetes.En 1926,un científico visitó Viena y disecó uno de los polémicos sapos: las espinosas cerdas del animal preservado se habían quebrado por la continua manipulación; pero encontró que la mancha en la piel del sapo se debía a una inyección de tinta india.No había indicio de que el animal hubiese tenido jamás cojinetes nupciales. Semanas después de publicada la noticia de la alteración, Kammerer, de 46 años quitó la vida.
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