Discrepan los virólogos en cuanto al origen del Paletovirus. Algunos lo ubican en la antigua Celtiberia y otros se remontan a los tiempos de Caín, pero una amplia mayoría coincide en el tratamiento y en los síntomas: niveles de fanatismo disparados, destrucción de la vergüenza, anulación de la ética, morbidez del cerebro o aparición de paranoias, algunas gravísimas e irreversibles.
Puede decirse que el Paletovirus, de la familia de los palurdovirus, es el más agresivo de todos los catetovirus humanos. El espectro clínico de esta infección varía desde la ausencia de signos previos hasta síntomas físicos y conductuales leves o agudos. Esta tipología suele cursarse con temblores, espasmos, alteración del estado nervioso, elevación de la voz, divulgación compulsiva de invenciones y noticias falsas, propensión al insulto, salivación feroz, incremento de la agresividad, difusión del odio y fijación enfermiza con asuntos políticos.
El Paletovirus o Síndrome del cuñao español es básicamente un síndrome paranoico severo con alta capacidad de contagio entre segmentos de población reñidos con la reflexión y el análisis. Se transmite a través del contacto repetido con pseudoprensa y tabloides, determinadas emisoras de radio y TV y, muy importante, en Facebook, WhatsApp o Twitter, donde en periodos electorales, estados de alarmas o crisis nacionales los casos aumentan exponencialmente.
El Paletovirus se perfila por lo común en pacientes con aversión a la lectura, a la reflexión y a la empatía, en personas posesivas, xenófobas, de carácter autoritario y emociones excluyentes, cerriles y reacias al diálogo, propensas a la envidia y a la opinión versada en todo campo del conocimiento, en individuos con emociones patrióticas deformadas o exacerbado nacionalismo, prosélitos de himnos y banderas y apegados a costumbres donde el macho predomina sobre la hembra. En este sector poblacional y generalmente donde las facultades intelectuales estén mermadas por la falta de uso, es donde el Paletovirus o Síndrome del cuñao español causa verdaderos estragos.
No existe vacuna contra el Paletovirus, aunque puede prevenirse y hasta curarse con largos paseos campestres, buenas lecturas poéticas, históricas y filosóficas, meditación, clases de urbanidad, aprendizaje del diálogo y la comunicación, terapias grupales con extranjeros y personas de distinta raza, ideología o condición sexual, infusiones de marihuana y prácticas de amor libre, muy importante. Una vez contraído, el virus es casi incurable y recae en la sociedad la dura carga de convivir en armonía con los afectados, frecuentemente agresivos y peligrosos. Como medida preventiva, la OMS recomienda rehuir su cercanía para evitar provocaciones y posibles contagios o estallidos de ira.Relájense, que esto va pa’ largo.
José Antonio Illanes