La cama de clavos es uno de los típicos instrumentos de mortificación física de los faquires. Doler, algo dolerá, pero no lo que muchos imaginan. La cuestión más importante es, a la vez, la más llamativa: el número de clavos. Parece que sea más difícil soportar las punzadas cuanto más clavos haya, pero es al contrario, más fácil resulta. Y ¿cómo es eso? Física aplicada.
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