Que algo que empezó como una protesta por la falta de medios (y de calefacción) en un instituto público termine en un apaleamiento a alumnos y a padres cuando salen a defenderles es muy triste. Que se manifiesten otra vez a los 3 días y les den otra vez de palos, pero multiplicado por 3 es más triste. Que el jefe de la policía de Valencia califique a los estudiantes de "enemigos" y se niegue a dar datos, ya es de barraca de feria. La argumentación, la de siempre: cortaron la calle, nos provocaron, nos insultaron...
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