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El enemigo

Las finales son partidos tensos, donde se protesta todo y se pide tarjeta hasta por palmear la espalda del contrario. Mientras llega el juego todo cuenta. Resuelto el trámite de pitar el himno nacional o corearlo, quedó patente la partición del estadio en dos mitades, más abundante del lado del Madrid. La obsesión de las aficiones estriba siempre en relacionar al contrario con la supuesta prostitución de sus madres. En esta ocasión Piqué era el bello villano para los blancos. Y el Barcelona traía mal fario, llegó en un avión llamado David Bisba

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