La joven, de 28 años, ha pedido a los doctores que desconecten las máquinas que la mantienen con vida. Su padre, pastor de la Iglesia Baptista de Antioquía en Nueva York, cree que si los médicos cumplen con las instrucciones de su hija, su religión lo consideraría “un suicidio” y estaría inevitablemente condenada “al infierno”. La familia interpuso una demanda en el juzgado para iniciar un proceso legal que deja en manos de un juez el cumplimiento o no de la última voluntad de la joven.
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