Mientras, formalmente, se procede a la comprobación de datos sobre el uso de armas químicas en Siria, la Administración norteamericana sopesa una respuesta militar que, según ha anticipado el propio presidente Barack Obama, no incluye la presencia de tropas sobre el terreno, pero que podría traducirse en bombardeos selectivos para tratar de debilitar al Ejército de Bachir al Asad.
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