Atormentado por las depresiones y refugiado en el alcohol, Edvard Munch escogió los caminos más oscuros de la vida para hacer de ellos el centro de su arte y poder pintar el lado más recóndito y afligido del alma humana. la vida bohemia de París sumió a Munch en el alcoholismo y en una neurótica desesperación por el amor de una mujer, Emilie Thaulow.
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