Vivimos en una sociedad mojigata, descafeinada y que ha perdido totalmente el contacto con la realidad. Tantos ministerios de igualdaz, tanta violencia de “género”, tanta solidaridad y tanta tele, como a don Quijote, nos ha secado el el cerebro, de manera que vinimos a perder el juicio. No hay que dejar muy claro que estoy hasta los cojones de este mundo y, mucho más concreta y acerbamente, de este país mezquino en el que todos aplaudimos a los reyes desnudos. Pero ahora tengo un hijo (y una hija) al que estoy empezando a educar...
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