Tras el fracaso del casino económico, excepto en Islandia nadie ha exigido responsabilidades a los banqueros, a los economistas neoliberales y neoclásicos, a los profesionales y directivos. Se han exigido sacrificios a la población, a la ciudadanía, mediante el incremento del paro, despidos aún más baratos, incremento en dos años en la edad de jubilación, ERE en multitud de empresas, congelaciones de sueldos y pensiones, privatizaciones de servicios públicos y desaparición de las Cajas de Ahorros, entre otras lindezas
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