La denuncia de 700 mujeres australianas implantadas con mallas transvaginales fabricadas por Johnson & Johnson que sufrieron dolorosas secuelas que afectaron a su vida cotidiana y las incapacitaron para tener relaciones sexuales ha tomado un giro "ultrajante". Las pacientes que acudieron al médico fueron instadas a practicar el sexo anal como solución y alternativa, según ha revelado una investigación del Senado australiano y la filtración de los emails de los propios desarrolladores del implante.
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