En el libro explican cómo los distintos cuerpos de seguridad del Estado han priorizado los avances políticos de sus superiores por encima de la seguridad ciudadana, inundada por la acción de grupos criminales locales y globales. Destapan las disfunciones y batallas internas que impiden que los policías se enfrenten a los delincuentes que se apoderan de cada vez más zonas del país. Más bien, declaran, se dedican más recursos a convencer a los civiles que «todo está bien» mientras la realidad dice lo contrario.
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