Cuando la esposa del ugandés Valente Inziku empezó el trabajo de parto se dirigió al hospital para que fuera bien atendida, tal como lo habían planeado. Pero nada salió como estaba previsto. Jennifer Anguko murió desangrada porque las enfermeras y los médicos no les brindaron la atención necesaria. El bebé también falleció. “Fuimos a las consultas prenatales y en todas nos dijeron que cuando llegara el momento del parto fuéramos al centro de salud. Hicimos lo que nos dijeron, pero cuando llegamos nadie nos atendió“, relató Inziku.
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