ERA demasiado hermosa la fábula de la rebelión de los países africanos contra los tiranos y la proclamación pacífica (y metódica) de la democracia. La historia de Túnez y luego la de Egipto, amortiguada por los kilómetros de lejanía, ha llegado a Europa perfumada con los mismos valores de audacia, tesón y justicia que una producción de Disney. De pronto el pueblo se ponía en pie...
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