A partir de los 45 años el varón experimenta un declive paulatino en los niveles de andrógenos en sangre, principalmente en la testosterona, lo que conlleva cambios hormonales que no implican "únicamente" deficiencias en la función sexual, ya que "el déficit de testosterona repercute también en una pérdida de masa muscular y de resistencia física, así como en la falta de atención y concentración, en un mayor riesgo de osteoporosis, irritabilidad y fatiga", de ahí la necesidad de un "abordaje integral" de la salud masculina.
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