El gobierno está sumamente interesado en presentar como acción violenta cualquier movilización popular. El patético intento de calificar de “nazis” los escraches pacíficos a algunos políticos ilustra suficientemente esta estrategia: se podrá discutir su conveniencia, pero compararlos con los salvajes acosos de las SS a los judíos, por ejemplo, revela una indudable mala fe.
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