En septiembre de 2012, cuando Esperanza Aguirre anunció que abandonaba la política, hubo una convulsión en el PP. Pero los marianistas, después del impacto inicial, respiraron algo más tranquilos: entendieron que desaparecía de escena el principal rival político interno de Mariano Rajoy en los últimos años. Menos de cinco meses después, Aguirre vuelve a ser un problema para el marianismo. La cúpula considera que aprovecha en su favor cualquier debilidad del partido. Varios dirigentes creen que su actitud en el pasado no le permite dar lecciones
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