El caso es que monseñor Angelo Scola, arzobispo de Milán y uno de los más firmes candidatos a sustituir a Benedicto XVI en la silla de Pedro, no está dispuesto a permitirlo. Ha multiplicado por dos la plantilla de exorcistas de su diócesis —de 6 a 12—y ha instalado una centralita para atender a los posibles endemoniados.
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