Dinamarca lo tiene muy claro: si el mar y la arena están a punto de comerse un edificio histórico, lo movemos y listos. Ha sucedido este martes frente al Mar del Norte, en la península de Jutlandia, donde se ha procedido a trasladar sobre raíles una de las atracciones turísticas del país, el impronunciable faro de Rubjerg Knude, que recibe cada año la visita de 250.000 curiosos. Se ha avanzado a unos 10 metros por hora hasta completar un total de 70, lo que permitirá alejarlo del avance de la enorme duna que amenaza con sepultarlo o derribarlo.
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