Gracias al legendario anuncio del desodorante Fa, muchos niños vimos por primera vez unas tetas al natural (y qué tetas), una impagable contribución a una educación sexual inevitablemente coja. El anuncio de marras hubiera sido acusado hoy de cosificar la imagen de la mujer, privando a los chavales de una escena bella y casta, y obligándoles a suplir su conocimiento del cuerpo femenino mediante vías mucho más cochinas.
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