Díaz Ayuso: Asco Indecible

Mi madre murió en paz con 92 años, atendida por los médicos de un hospital. Mi mujer y yo pudimos acompañarla en sus últimos momentos. En cambio, las personas de la tercera edad que murieron de covid-19 durante la pandemia en las residencias públicas de la Comunidad de Madrid, agonizaron de forma indigna y dolorosa. Solo las que disfrutaban de un seguro médico privado fueron trasladadas a hospitales, donde pudieron salvarse o morir de forma incruenta. Morir asfixiado debe ser una experiencia horrible. Según los testimonios de los supervivientes, se oían gritos y golpes en las habitaciones. Cuando la UME accedió a las residencias, se encontró con cadáveres rodeados de heces y con muecas de indescriptible sufrimiento. A veces, los supervivientes convivieron durante días con ese espectáculo, sin poder abandonar sus habitaciones. Alberto Reyero, consejero de de Políticas sociales del gobierno de Ayuso, pidió la intervención de la UME y fue destituido de inmediato por solicitar un trato humanitario a los afectados. Reyero ha contado en Morirán de forma indigna que Ayuso y sus conmilitones mostraron una obscena indiferencia hacia el sufrimiento de las personas mayores. Ahora, Ayuso justifica sus infames protocolos, alegando que los afectados habrían muerto de cualquier manera. No es cierto. En un hospital habrían muerto de forma humana, digna, indolora. Ayuso se negó a medicalizar las residencias en seis ocasiones y desde la pandemia no ha dejado de adoptar medidas contra la sanidad pública, deteriorando gravemente las urgencias y la atención primaria. De hecho, ya han muerto dos personas por no poder recibir la asistencia necesaria. Todo el mundo sabe que Díaz Ayuso es una mujer hueca que solo piensa en beneficiar a las elites económicas. Su ascenso al poder es fruto de la manipulación mediática y el embrutecimiento de una sociedad desinformada. Todos los periodistas que celebran su demagogia son cómplices de sus políticas inhumanas y antisociales. Como apuntó Miguel Sánchez-Ostiz, esta trágica mojiganga produce un asco indecible. En estas circunstancias, es inevitable evocar los versos de Miguel Hernández: "¿De dónde saldrá el martillo / Verdugo de esta cadena?". Que salga del corazón del pueblo de Madrid, en otro tiempo "rompeolas de todas las Españas" (A. Machado). Rafael Narbona

Fuente original: twitter.com/Rafael_Narbona/status/1758445358051467418