Solía decir Diamantino que a los jornaleros les interesaba poco la Iglesia: “Cuando tocan las campanas, ellos no son convocados. Ven que quienes van, cada domingo, son los señoritos… y donde van los explotadores no van los explotados”. Diamantino García Acosta fue número uno en su seminario. Corrían los años sesenta, cuando la mano de la dictadura era implacable y el dictador salía bajo palio. Quisieron mandarle a Roma, pero pidió ir al pueblo más pobre de Sevilla y Los Corrales lo eligió.
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