Hace unas semanas apareció un piso que reunía la características que buscaba: por debajo de 700 euros, con terraza (¡un lujo!) y justo fuera de la M-30 aunque cerca de una parada de metro que me dejaría en el centro en unos 20-30 minutos. El piso no solo lo tenía todo sino que, de repente, el precio había bajado a 600 euros y estaba totalmente reformado y amueblado. Daba igual que las imágenes no tuvieran nada que ver con las del anuncio, y de que no hubiera imágenes de la terraza. Todo parecía demasiado bonito para ser cierto.
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