Seguro que los padres, cuando le vieron nacer, pensaron: "Joé, mira qué niño más bueno... apellidándonos Hood lo menos que podemos hacer es llamarle Robin, ¿no?". Hoy, 34 años después de eso, parece claro que los padres acertaron en una cosa: Robin Joshua Hood iba a ser un ladrón, pero fallaron en otra: no iba a ser un ladrón de los buenos, precisamente.
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