Un embalsamador de la morgue de Denver se sacaba un sobresueldo robando los dientes y las coronas de oro de los cadáveres que le llegaban y vendiéndolos en casas de empeños. Adrian Kline, de 43 años y propietario de la inquietante cara que se aprecia en la imagen, colocó no menos de 17 piezas dentales en otras tantas casas de empeños de la región, obteniendo por cada una de ellas entre 20 y 800 dólares, en función del peso y la calidad de la pieza.
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