Nunca olvidaré mi primer encuentro con el empresario chino Zhang Ruimin hace casi 10 años. Allí, en la sala de juntas de su empresa Haier, había un martillo dentro de una caja de cristal: un objeto que no suele encontrarse en un entorno corporativo.Pero Zhang no es un presidente ejecutivo común, como confirmé en otra reunión uno o dos meses atrás en la sede de la compañía en la ciudad portuaria de Qingdao.
|
etiquetas: zhang , ruimin , empresa , haier , china