Se hacían con la representación de jóvenes promesas de fútbol serbio, rumano y otros países europeos, y luego ofrecían su fichaje a equipos punteros. Posteriormente, y a través de un complejo entramado societario en el que presuntamente desempeñaba un papel clave el club chipriota Apollon Limasol, lograban que los millonarios beneficios que obtenían no tributaran. El último paso era el blanqueo de ese dinero con la adquisición de viviendas de lujo en la costa de Mallorca.
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