Mayo es, tradicionalmente, el mes de las primeras comuniones. Nunca en el año como estos días se ven nuestras iglesias llenas. ¿De fieles devotos? No. Más bien de desfiles de modelos. Desde luego, de incoherencias. Empezando por las de una Iglesia que, con tal de que le salgan a favor los números, acepta sin demasiados miramientos ni exigencias que cientos de familias no creyentes utilicen como un objeto de usar y tirar el sacramento de la eucaristía.
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