Los técnicos creen que parte de la culpa es de los excrementos de la palomas, que obstruyeron la cañería de la gárgola. «Los desechos de las palomas y las cigüeñas obstruyeron el tubo lo que provocó que el agua rebosara por encima de la gárgola y entrara en una veta de la piedra provocando su rotura», señaló el arquitecto.
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