Cayendo en el tópico fácil, se podría decir que ni Dios va a misa. Los feligreses dejan el millar de iglesias vascas cada vez más vacías y, según el último barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), menos de un 13% de los ciudadanos que se declaran católicos acude a los oficios religiosos. Junto a Cataluña, Euskadi es ya la autonomía más secularizada del Estado. La vertiginosa caída de fieles preocupa a la jerarquía de las tres diócesis vascas, consciente de que la asistencia a misa se ha desplomado un 20% en la última década
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