Vivimos en la era de la constante incultura. Trazando futuros que no tienden a sostener unos firmes pilares donde asentar la plataforma necesaria para un futuro arrollador. En las aulas españolas parece que ya no está de moda ser inteligente y leer, siendo esto injustamente motivo de burla y chanza. La incultura se hace eco en los incipientes adolescentes, que ocasionalmente llegan a padecer lagunas desinformativas, de las que muchos llegan a jactarse e incluso enorgullecerse.
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