Desde principios del año 2001, Galicia se dotó con una red de desfibriladores móviles y fijos, capaces de acercar la corriente de la vida a los cientos de gallegos que cada año se desploman en cualquier lugar tras sufrir un accidente cardiovascular. Hasta la fecha, estos desfibriladores han atendido unas 4.000 paradas cardíacas. Alrededor de un 13% de estos pacientes recuperaron el pulso y llegaron a ser tratados en un hospital. La mayoría sobrevivieron gracias a que el desfibrilador llegó antes de los diez o quince minutos.
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