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La desesperación cuesta 75.000 euros

Durante mucho tiempo pensó en la muerte como la "única salida”, después de descartar la prostitución “porque ni valgo ni quiero que mis hijas vean lo que eso implica”. Hasta que un día se le ocurrió una alternativa a la que ahora se aferra: vender un riñón.“Lo medité mucho y no me queda otra solución, ya que los bancos no esperan. A pesar de intentarlo, no veo otra luz por ninguna parte”

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