A diferencia de lo que ocurre con la médula espinal después de una lesión, los nervios periféricos –que inervan los músculos y hacen posible su movimiento– tienen una capacidad significativa de ‘autorrepararse’. Sin embargo, es un proceso lento que puede fallar y dejar secuelas. En el Instituto de Neurociencias de Alicante han dado un paso importante para facilitar este proceso de reparación
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