...la costumbre de realizar dos grandes sueños a lo largo de la noche, separados por una vigilia nocturna de unas dos horas, se encontraba bastante extendida. Según Ekirch, que realiza una lectura positiva de dichas costumbres, esas dos horas son el tiempo ideal para meditar, reflexionar, escribir o, incluso, hacer el amor. En definitiva, era un momento de esparcimiento en el que no se sufría por conciliar el sueño, sino que se gozaba de una relajación y clarividencia máximas, lo que lo convertía en el momento idóneo para la escritura.
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