Como casi todos sabréis, fue muy comentada hace años la adición al PIB de actividades como la prostuticón y el tráfico de drogas. En ese momento, supuso un importante impulso al PIB, lo que permitió a España cumplir con las ratios de endeudamiento, crecimiento, y otras variables similares.
Ahora, la ley del sólo sí es sí, combate la prostitución hasta el punto de devolverla a los subterráneos más sórdidos de la sociedad, y me pregunto yo si anunciarán con la misma alegría que esa actividad se resta del PIB, agravando nuestra ratio de endeudamiento y metiéndonos en recesión técnica.
Y resulta que creo que no. Resulta que, como el serrucho, estos tíos de las estadístivas cortan a al ida y cortan a la vuelta. Metieron la prostitucuión en el PIB para falsear las cuentas y no la sacarán, mira tú que casualidad, para falsear otra vez las cuentas. Porque resulta, ya lo veréis, que la prostitución es mala para la sociedad pero buena para la contabilidad, cerrando así un círculo de hipocresía digno de la mejor panda de taraos sentados a una mesa camilla.
Y no me vale el argumento de que también se contabilizan las drogas y siempre estuvieron prohibidas, porque eso sería como decir que se ha prohibido la prostitución porque sí, sin la menor esperanza de que se reduzca su volumen, sólo por prurito moral o por pejudicar a las personas que la practican, aumentando sus riesgos y conduciéndolas a las marginalidad. Si se prohíbe, supongo, será porque se pretende reducir su volumen en un importante porcentaje. ¿Pero se va a reducir la cuenta del PIB también en ese importante porcentaje?
Seguro que no. Para la propaganda, la prohibición será un éxito, pero para la contabilidad será un fracaso que no se verá reflejado en las cifras nacionales.
Porque una vez más, una cosa es predicar y otra dar trigo.
Ya veréis como la modificación del PIB a la baja, ni se menciona.
Por eso lo comento. Para que no se olvide ese juego de trileros. Para que se note que al menos, alguien, en alguna parte, ha visto el truco. Seguro que importa un carajo, claro. Pero que conste.