Tras el incidente, muchos han preguntado a los responsables del bar si están dispuestos habitualmente a satisfacer cualquier demanda de los clientes, por engorrosa o estrafalaria que sea. “Es que no es eso, coño” se lamenta Rafel Romero, gerente del local. “Lo que pasa es que te entra un señor alto con gafas oscuras y te pide ‘tomar un café… solo’, con esa pausa dramática que hizo, y ni se te ocurre vacilarle. Todos pensamos que era un recaudador de la SGAE, y aún sigo pensándolo”.
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