Los niños de más de 100 escuelas en toda Colombia sienten terror de ir a clases. Los caminos, las canchas de juego y las zonas verdes están sembrados de minas antipersonales. Solo en San Francisco, en el oriente antioqueño, 107 personas han sido víctimas de esas trampas mortales que pusieron las FARC y el ELN. Unos perdieron las piernas, otros los ojos, uno más las manos... Javier Dávila, uno de los soldados a cargo de detonar las minas, sostiene que cada movimiento está calculado, que debe guardar, como mínimo, una distancia de 100 metros
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