Lo admitió siempre: «El asedio al castillo de Burgos fue el peor apuro que jamás viví». Wellington, uno de los más prestigiosos militares de la historia británica, el hombre que acabaría derrotando a Napoleón en la batalla de Waterloo, tuvo siempre un negro borrón en su historial. Un baldón que sus compatriotas, siempre tan ingleses, utilizaron contra él en cuanto el personaje dejó de hacerles gracia.
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