En una estación de tren de Alemania (Hauptbahnhof) se impide a la empresa ferroviaria, dueña de la estación, la modificación del diseño interior de los andenes por entender la justicia que se vulnera la propiedad intelectual del arquitecto. Me quedo con esto: "La extensión al infinito de la propiedad intelectual nos puede llevar a la parálisis. Si todos somos autores y toda obra es inviolable se sigue que nadie es propietario de nada que no diseñe uno mismo." ¿Y los tabiques de mi casa de quien son...? Siempre interesante el Retiario.
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