Si un asesor fiscal estudiara psiquiatría o un psicólogo hiciera lo propio con la fiscalidad, no tardaría mucho tiempo en darse cuenta que uno de los organismos estatales dependientes del Ministerio de Economía y Hacienda tal vez esté padeciendo una enfermedad. Efectivamente ese organismo podría ser la Agencia estatal de administración tributaria, y la dolencia invalidante un trastorno mental llamado depresión fiscal.
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