Las encuestas detectan que una parte inquietante de la población española aceptaría, por ejemplo, la pena de muerte para los asesinos especialmente sádicos, o la prisión perpetua para violadores y pederastas. Sabemos que donde reina esta desproporción entre pena y delito no existe justicia posible. Pero pensar que a Luis Roldán, a punto de ser puesto en libertad en esta semana, le esperan en algún punto del globo los miles de millones de pesetas robados que no devolvió, me hace dudar de la solidez de mis convicciones...
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