Si los controladores han decidido poner toda la carne en el asador y paralizar el tráfico aéreo, el Gobierno ha decidido subir la apuesta. El control aéreo ha quedado militarizado y el jefe del Estado Mayor del Aire ha ordenado a todos los controladores que vuelvan a sus puestos de trabajo. Coroneles acompañados de guardias civiles se dirigen a las torres de control a tomar el mando con un objetivo claro: se tomará nota de quiénes no han acudido a sus puestos de trabajo y se les irá a buscar a sus casas o donde hayan dicho que estaban.
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