Parece que Podemos está en declive, según varias encuestas. Puede que algunas de estas encuestas sean parte de la campaña contra Podemos, o puede que reflejen la realidad. Es difícil saberlo. Han cometido errores suficientes para que los machaquen. Demasiados enemigos (y algunos con mucho poder): la derecha en general, el PSOE que se ve amenazado, gran parte de la clase política a la que se han enfrentado, y una gran parte de la sociedad a la que los medios le han repetido sin cesar mensajes negativos, mentiras y medias verdades.
En cualquier caso, tras el 28 de Abril, es probable que haya una coalición de derechas en el gobierno. La razón, desde mi punto de vista, además del éxito de la campaña contra Podemos, es que la derecha ha sido más hábil captando votantes en potencia. La prioridad de los partidos de derechas es ganar votos, fin que justifica los medios, y la prioridad de gran parte de la izquierda es cumplir con las supuestas expectativas. Para ganar las elecciones, es más efectivo estudiar cómo se ganan votos y trabajar en ello, que trabajar en mejorar las cosas confiando en que los votantes lo van a valorar y a premiar. Tristemente, para ganar votos parece que no es tan importante hacer bien su trabajo, como conseguir que el votante simpatice y tenga una percepción positiva. Esto lo han comprendido mucho mejor los partidos de derechas actuales. El primer paso es analizar la sociedad en la que vivimos y entender cómo se decide el partido que se vota, más allá del peso de la historia reciente de las “dos Españas” (votantes incondicionales).
Podemos arrancó con fuerza. Se identificó con el 15-M, con los indignados. Era el partido del pueblo; de todos los que estaban cansados de la clase política, de la casta, y de la corrupción. Era un partido contra muchas cosas de las que la gente estaba harta. Por eso mucha gente se identificó con ellos.
Los intereses de muchos poderosos se vieron amenazados. Había que actuar rápido; antes de que se extendiera la simpatía por el nuevo partido. La primera impresión es la que cuenta. Había que buscar mensajes simples para que la gente identificara Podemos con ideas negativas; digamos ETA (herriko taberna) y el comunismo fallido (Cuba y Venezuela), la inseguridad y el caos. Una vez ese mensaje calara, a base de repetirlo, sería difícil eliminar la relación, por mucho que se demostrara que era falso. Repite mucho una mentira y se convertirá en verdad, o al menos mucha gente lo creerá. No hace falta echar números, se ha demostrado muchas veces. La gente bien informada y con pensamiento crítico es minoría, por duro que pueda sonar. Y en las elecciones cuenta la mayoría.
Los líderes de Podemos fueron inocentes y sobrevaloraron la objetividad de los medios y la capacidad crítica de la sociedad. Después de alzarse con el mensaje contra la casta, y una vez desgastado éste, pensaron que se podía ganar sólo con mensajes constructivos; pensaron que ayuda decir que tenemos mucho que aprender de Sudamérica (aunque sea verdad), que ayuda repetir que hay que reducir las desigualdades (por el bien de casi todos), defender que también hay que escuchar a los independentistas (referéndum pactado), que hay que ser feministas, etc. Fueron especialmente inocentes en Vista Alegre, pensando que se puede ser totalmente transparente, mostrando la diversidad de pensamiento o distintas posturas dentro del partido. Mostraron sus debilidades y se expusieron a mensajes simples para descalificarlos (Venezuela, el comunismo, la destrucción de España, las “feminazis”, etc.). El tan comentado episodio del chalet no fue tanto –en mi opinión- una incoherencia, como una torpeza política, viendo cómo estaba el patio. Es cuestionable hasta qué punto lo personal forma parte de lo político, pero muchos votantes entendieron que se había asumido un compromiso que exigía ciertos sacrificios personales.
Mientras la derecha se mostraba hermética, incluso defendiendo corruptos con mentiras, sin coherencia alguna, la izquierda mostraba fisuras y debilidades para sus adversarios políticos. La derecha inyectó miedo a que la situación fuera a ser aún peor; y el miedo a enfrentarse a los bancos y a las eléctricas. Repitieron la idea de que si Podemos gobernaba iba a ser un desastre y todo iba a ser peor. Parece que los llamados ayuntamientos del cambio, como Madrid y Barcelona, en general han demostrado más bien lo contrario. Sin embargo, esto no ha hecho que Podemos gane muchos votos, como se podría esperar.
El mensaje de reducir las desigualdades tampoco termina de funcionar, aunque probablemente sea mejor para la economía. Cabría pensar que los que están peor que la media lo defenderían por interés personal, y también gran parte de los que están por encima de la media por solidaridad. Pero en la sociedad hay mucho individualismo. Y uno de los mayores “logros” de la derecha de los últimos años es que mucha gente piense que la economía va mejor cuando gobierna la derecha, y que en general lo privado funciona mejor que lo público. Han vendido que dan seguridad y que con la derecha la situación no va a empeorar, y mucha gente lo sigue creyendo, a pesar de todo lo que se ha hecho en los últimos años. Más vale malo conocido…
Los mensajes simples son los que más calan. Sólo un porcentaje muy pequeño de la población conoce los detalles de las propuestas y del día a día, de las verdaderas consecuencias de los actos políticos. Sólo una pequeña parte de los votantes está muy informada y tiene una opinión crítica bien formada.
Desde mi punto de vista, lo más positivo de Podemos, además de haber cambiado el discurso político y reducido privilegios de los políticos, es que no han concentrado sus fuerzas en ganar votos a toda costa, sino que ha trabajado para mejorar la situación y las medidas sociales. Sin embargo, creo que esto no les ha favorecido en las urnas.
El mensaje de la derecha es efectivo, porque es simple, y está en contra de los comunistas, contra los independentistas que rompen España, contra la amenaza de los inmigrantes, etc. No importa si estos mensajes son ciertos o si tienen sentido. Cada vez que se sitúan en contra de algo, hay un grupo significativo de personas que se identifica. Hay quien piensa: “Yo también estoy harto de los comunistas / separatistas / feministas /…
En el “Brexit" sucedió algo similar. En la campaña por el sí, buscaron algo que todo el mundo apreciara, el servicio sanitario, y estudiaron lo que más se criticaba, aunque fuera sin razón. A partir de ahí se crearon unos mensajes simples contra “Europa”. No importaba que no fuera cierto. “Con el dinero que se paga a “Europa” se podrían construir muchos hospitales”; “la inmigración es un problema y el Brexit lo solucionará”… Aparentemente, Trump trabajó de manera parecida en su campaña, estudiando contra qué estaba la mayoría, para que se identificaran con su mensaje.
Para bien o para mal, vivimos en una sociedad en la que para captar votantes aparentemente es más efectivo estar contra algo y criticar, que tener una actitud constructiva y hacer bien el trabajo para que la gente valore los méritos de lo que se hace bien.
Últimamente Podemos insiste en el discurso feminista (incluso con discriminación positiva), para aumentar la conciencia social. Sin embargo, aunque más de la mitad de España sean mujeres, creo que paradójicamente ese discurso está haciendo que pierdan votos. Porque probablemente la mayor parte de España no es feminista o cree no serlo (el feminismo defiende la igualdad de derechos de la mujer y el hombre; por evitar malentendidos). Al centrarse tanto en intentar concienciar, así como en defender a las minorías, una gran parte de la sociedad deja de sentirse identificada. Tengo la impresión de que en un momento determinado se distinguieron dos posiciones en Podemos. Una más populista, que buscaba conseguir más votos para luego poder cambiar más cosas; y otra que pretendía ser más coherente con ciertos principios, confiando en que la gente lo apreciaría. Creo que la segunda posición es predominante ahora, en un Podemos que seguramente ha asumido que no va a ganar, y aún aspira a que la gente valore lo que hace (en el limitado espacio de representación) e incluso a educar a parte de la sociedad. Una posición muy respetable desde mi punto de vista, pero que probablemente no les beneficiará en las urnas a corto ni medio plazo.
Sin entrar en el juego de estar contra algo, creo que la izquierda ganará las elecciones sólo si consigue elaborar un discurso constructivo con el que una gran parte de la gente sea consciente de la “estrategia contra“ de la derecha y la censure. Algo que parece francamente difícil… Sobre todo en una “Sociedad Contra”.