Paquita es la primera en la cola de espera. LLeva una semana a la intemperie pero tiene experiencia. "Llevo 34 años viniendo", afirma. O como Encarni, que hoy se encarga de la cena. "He traído pisto". Aquí se respetan los números. Un esfuerzo sobrehumano que en ocasiones sólo se puede mitigar durmiendo pero que todas están dispuestas a afrontar. "Porque todo lo que le pedimos los cumple", asegura una de las señoras. "Yo es que soy muy religiosa, hija", confiesa otra.
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