Asociado al término «tebeo», en referencia a la célebre revista infantil y juvenil TBO, los cómics han lastrado durante décadas un halo de producto con un valor cultural escaso, más dirigido a un público infantil y juvenil, cuya se lectura se acaba abandonando al mismo tiempo que se pasa la adolescencia y se entra en la edad adulta. Esta concepción empieza a cuestionarse a partir de 1980, cuando se produce el boom del cómic adulto, al tiempo que a los tebeos tradicionales se les comienzan a sumar otros productos con estilos diversos.
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