¿No os ha pasado nunca que os levantáis un día y decís: “Quiero que me insulten, que me dejen el karma en -80, batir el record de votos negativos y que incluso me caiga algún strike”? A mí no, pero teniendo en cuenta lo delicado del tema que voy a tratar, la postura estandard impuesta por el feminismo más radical, y lo poco que le gusta a mucha gente cualquier pensamiento que se salga del camino establecido, por muy elaborado, respetuoso y razonado que sea, es lo que intuyo que me va a pasar. Pero bueno, en la vida hay que arriesgarse.
Como siempre que hablo sobre algún tema espinoso de estos, toca hacer un disclaimer o aclaración previa para que los de siempre o los que tienen la piel muy fina no se hagan una idea equivocada y empiecen a colgarme etiquetas que no me corresponden: Soy de izquierdas. Desde los 18 años (Y tengo 37) nunca he votado a un partido que no fuese PSOE (Lo sé, no es de izquierdas, pero era jovencito y confuso…) IU, y últimamente Podemos. Me considero feminista, ya que creo firmemente en la lucha por la equiparación de derechos de ambos sexos y la eliminación de desigualdades. Y he tenido muchas parejas/relaciones, todas satisfactorias para ambos componentes y finalizadas de forma amistosa, manteniendo siempre la buena relación, así que tampoco me considero misógino o íncel.
Hecha esta aclaración, vayamos al meollo: ¿Debería existir el aborto masculino? Aunque primero creo conveniente aclarar esa definición para que algunos (Seres humanos) no vayan prendiendo las antorchas. El aborto femenino está claro: Una mujer decide que no quiere tener el bebé que espera, ya sea porque no ha sido buscado, porque se debe a un fallo de los anticonceptivos, porque no se ve preparada, porque no puede permitírselo económicamente o cualquier otro motivo igual de válido. Así que aunque sea un paso doloroso a nivel emocional y un desafio a su fortaleza psicológica, decide seguir adelante. Todo correcto. Pero ahora imagemos que cualquiera de los motivos de esa lista, en vez la madre, los tiene el padre.
Traer al mundo un bebé es una responsabilidad muy grande, y hay que preocuparse constantemente de su bienestar, tanto emocional, como económico. Aunque hay muchas criaturas que han crecido felizmente sin uno (o ninguno) de sus progenitores, o en situaciones precarias, lo ideal es darle un padre y una madre (O dos padres, o dos madres, o dos seres no binarios, o dos (o más) lo-que-sea). Sé que habrá gente que ya se esté calentando pensando en decirme de todo por esta visión “clásica” de la aternidad (Sin M y sin P, como quiere el Gobierno que se diga para no darle un enfoque sexista al término), pero ya me entendéis, que aunque existan muchas formas y combinaciones alternativas, la más común a nivel mundial e histórico es esa.
Así que retomando lo dicho hace 2 párrafos, ¿Qué pasa si quien no quiere tener al bebé es el padre? La respuesta de los más extremistas suele ser clara: Eres un mal padre, si sabías a lo que te arriesgabas no haber mantenido relaciones, pues te jodes y apechugas… ¿Por qué si es la madre la que quiere no seguir con el embarazo, todo son facilidades y comprensión, y si es el padre, todo es odio y culpabilidad?
Vuelvo a hacer un inciso para que dejen de llegarme amenazas de muerte al buzón: No defiendo, ni pienso, ni quiero, ni insinúo que se debería de obligar a abortar a la mujer si el hombre no quiere tenerlo. Me parecería una aberración, no concibo que nadie obligase a eso a ninguna mujer y rozaría lo delictivo e inmoral. Pero dado que ese bebé ha nacido gracias al 50% de los gametos de un hombre, y al 50% de los de una mujer, y que ambos tienen la misma responsabilidad y derechos sobre la criatura, ¿No tendría que haber una ley que defendiese los intereses de -ambos- participantes en la concepción?
Porque pongamos un ejemplo para ver que no hay equilibrio en este aspecto: María y Pablo son dos personas que se conocen de vista. Ella dirige la empresa familiar, él está estudiando su segunda carrera. Una noche en una discoteca se miran, y ayudados por los alcoholes y el calentón, se ponen a hablar y deciden de mutuo acuerdo tener relaciones. Como somos respetuosos, no vamos a entrar a juzgar qué hicieron en los aseos de esa discoteca. Querían follar sólo. Tener un orgasmo. Nada más. Usaron protección, porque ambos son felices con su situación actual y ni quieren ETS ni hijos (Que algunas personas también los consideran un tipo de ETS…). Después de esa relación esporádica, siguieron hablando, pero vieron que no tenían cosas en común, que tenían aspiraciones distintas (María seguir con la empresa familiar en Albacete y expandirse a Murcia y Badajoz, y Pablo viajar por el mundo para conocer cómo trabajan en otros países y fundar su startup en el sitio donde más le convenga, pudiendo cambiar el domicilio social según lo vea conveniente), así que aunque se lo pasaron muy bien, deciden no seguir con la relación y pasar a ser sólo amigos. Pasan las semanas, y Pablo recibe un mensaje corto y seco: No me ha bajado la regla.
A partir de este momento, las combinaciones son varias: 1) María y Pablo quieren seguir con su vida, saben que ha sido un error no buscado, y de mutuo acuerdo finalizan el embarazo. Todo bien, todo correcto, y yo que me alegro. 2) María quiere seguir con el embarazo y Pablo también. Sin problemas, ha surgido una nueva familia feliz de donde nadie lo esperaba. 3) María no quiere seguir, pero Pablo quiere ser padre: Pablo se fastidia, porque aunque quiera tenerlo, no puede obligar a María a seguir con el embarazo. 4) María quiere tenerlo, pero Pablo se niega en rotundo: Pablo se fastidia. Da igual que no lo buscase. María dice que va a seguir con o sin él. Pablo trata de hacerle ver que su postura es egoísta y que le va a perjudicar a él y puede que al bebé también. María sigue en sus trece. 9 meses después nacen Pablito y Mari Carmen. María, aunque es completamente independiente a nivel económico, decide exigir a Pablo su parte de responsabilidad (Que no quería tener), y un juez le obliga a ceder a los dos querubines hasta su mayoría de edad la casa que Pablo heredó de sus padres, la que iba a vender para comenzar su carrera empresarial. Y además, tiene que pagarle a María en gastos de manutención unos 480€ al mes, 240 por cabecita (Y eso que él cobra el SMI).
¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿En que momento se ha torcido la cosa para que de 4 posibilidades, Pablo salga perdiendo en 2 y María en 4? ¿No debería existir una posibilidad en la que, igual que María puede abortar durante las primeras semanas, diga lo que diga Pablo, también él tuviese un plazo en el que pudiese “abortar” y renegar de esas criaturas (Ya que obviamente no puede obligar a abortar a María) y no obligarle con esa carga de tener que ver mermadas sus aspiraciones por culpa de algó que ni buscó ni quiso tener?
Ahí dejo la reflexión. Ahora ya pueden apalearme, insultarme o cerrarme la cuenta por los 80 strikes de lo que quieran acusarme sólo por pensar de forma distinta y decirlo desde el respeto y con educación para abrir un debate que debería ser enriquecedor para cualquier persona que le guste la dialéctica y pensar por sí mismo de forma razonada. ¿O quién sabe? A lo mejor todos ven esta pregunta como algo positivo y razonable y aportan ideas o puntos de vista constructivos con los que enriquecer los comentarios.